Existe una frustración que sólo han experimentado unos pocos, dentro de los que me incluyo, hablo de ésa que surge cuando no hayas inspiración en ningún lado; como si huyera de ti. Perdí la cuenta de la cantidad de tiempo que llevo esperando este instante. Después de todo, parece que mereció la pena, a pesar que no fuera nada fácil. Por lo menos descubrí un pequeño indicio de la clave: No dejarla escapar. ¿Y qué surgió? Algo así, puede que no sea mucho o de gran calidad, pero fue efectivo y fulminante, vino como agua de mayo. Además recordaré que las mejores ideas han salido de la chapuza de un garaje:
Sigo en pie, por mera casualidad, pura suerte de eso que llaman destino. Estoy viva después de todo. Mi cabeza ha podido aguantar sin decaerse y desistir de la monótona condena del no parar de pensar. De alguna forma van rompiendo mi amor y alegría con pequeñas estupideces que si las amontono pesan tanto cual mochila de pedruscos a la espalda. Y es que la carga, inevitablemente, se va haciendo cada vez mayor a medida que los años pasan. Lo que más me dolió descubrir es que ya no soy una niña. Me di cuenta que al valorar más una hoja de papel que cualquier otro objeto material me calificarán de muy rara o extraña pero ahora confirmo que únicamente soy distinta. A mi manera, como siempre he sido. Irregular y además estoy hecha de pedacitos. Extraigo cada momento que me ayudó a aprender, instantes que me dieron alegría, viejas lágrimas corrosivas y recuerdos insistentes que se me agolpan en la memoria y aparecen de repente. Así, con un poco de todo me compongo. Aunque a día de hoy, no me sé definir. Lo digo abiertamente porque cualquier ayuda es aceptable. Pero si de algo estoy segura es que sin todo eso no sería yo misma ni habría llegado hasta aquí. También me afectó descubrir que al final, estoy sola en todo y para todo. Pocas personas me conocen bien.
Me encanta interpretar, el teatro, las artes escénicas, la expresión corporal y todo lo que esté relacionado con los escenarios. Si actúo como en las películas quizá sea porque me siento constantemente en una de ellas. Noto que todos a mi alrededor adoptan un papel que ellos mismos se obligan a defender. Una cosa es cambiarse cada día de máscara y otra muy diferente sufrir inconscientes cambios bruscos. Quiero mostrar al mundo cómo es la vida, sacar lo más sucio de las personas. También enseñar que se aprende de los errores, y tras esa cortina roja, expresar la estupidez de la raza humana.
Me da la impresión que estamos dejando el presente para después, para más adelante, para más tarde, para luego, para mañana. Nos olvidamos de vivir ahora, depositando en el futuro absolutamente todo y parace que tener las ideas claras significa saber qué hacer con tu vida desde ya. Pues lo siento pero no, cada persona llega donde ella misma se proponga llegar pero hoy a mí me preocupa más conocerme. Entiendo que vivir despreocupados por el ahora espontáneamente es una calamidad. Qué equivocados están. Es lo más sencillo pero reconfortante que puede hacer un adolescente.
Se confunden muchos términos, una persona considerada inteligente, evaluada y calificada por el resto con tal adjetivo, no tiene porqué ser noble. Además de que muchas veces, las más terribles se esconden tras unos rostros agradables. Irónico pero verídico. Qué mal encaminada está la sociedad. Poco a poco observo que se va perdiendo el impulso y las ganas de comportarse a lo loco, sin dar importancia a lo que pasará después, las consecuencias y el qué dirán. Totalmente volcados en causa y efecto, estímulo y respuesta. No hablo de actuar sin reflexionar, más bien de vivir, sentir y no únicamente pensar.
¿Y qué pasa si soy diferente cada día? ¿Es que no se puede respetar y aceptar mi personalidad como las demás? Creo que es más importante que tenga mis valores y principios firmes allá donde vaya. Parece que no, por el mero hecho de ser así y no tener necesidad ni porqué de cambiarlo. Mi humor y estado de ánimo es constantemente variable, en continuo cambio. Y qué culpa tengo yo de ser cómo soy... Da igual, eso no importa, por lo visto me seguirán juzgando por cómo voy vestida y no preguntándome por mi ideología.
Sigo en pie, por mera casualidad, pura suerte de eso que llaman destino. Estoy viva después de todo. Mi cabeza ha podido aguantar sin decaerse y desistir de la monótona condena del no parar de pensar. De alguna forma van rompiendo mi amor y alegría con pequeñas estupideces que si las amontono pesan tanto cual mochila de pedruscos a la espalda. Y es que la carga, inevitablemente, se va haciendo cada vez mayor a medida que los años pasan. Lo que más me dolió descubrir es que ya no soy una niña. Me di cuenta que al valorar más una hoja de papel que cualquier otro objeto material me calificarán de muy rara o extraña pero ahora confirmo que únicamente soy distinta. A mi manera, como siempre he sido. Irregular y además estoy hecha de pedacitos. Extraigo cada momento que me ayudó a aprender, instantes que me dieron alegría, viejas lágrimas corrosivas y recuerdos insistentes que se me agolpan en la memoria y aparecen de repente. Así, con un poco de todo me compongo. Aunque a día de hoy, no me sé definir. Lo digo abiertamente porque cualquier ayuda es aceptable. Pero si de algo estoy segura es que sin todo eso no sería yo misma ni habría llegado hasta aquí. También me afectó descubrir que al final, estoy sola en todo y para todo. Pocas personas me conocen bien.
Me encanta interpretar, el teatro, las artes escénicas, la expresión corporal y todo lo que esté relacionado con los escenarios. Si actúo como en las películas quizá sea porque me siento constantemente en una de ellas. Noto que todos a mi alrededor adoptan un papel que ellos mismos se obligan a defender. Una cosa es cambiarse cada día de máscara y otra muy diferente sufrir inconscientes cambios bruscos. Quiero mostrar al mundo cómo es la vida, sacar lo más sucio de las personas. También enseñar que se aprende de los errores, y tras esa cortina roja, expresar la estupidez de la raza humana.
Me da la impresión que estamos dejando el presente para después, para más adelante, para más tarde, para luego, para mañana. Nos olvidamos de vivir ahora, depositando en el futuro absolutamente todo y parace que tener las ideas claras significa saber qué hacer con tu vida desde ya. Pues lo siento pero no, cada persona llega donde ella misma se proponga llegar pero hoy a mí me preocupa más conocerme. Entiendo que vivir despreocupados por el ahora espontáneamente es una calamidad. Qué equivocados están. Es lo más sencillo pero reconfortante que puede hacer un adolescente.
Se confunden muchos términos, una persona considerada inteligente, evaluada y calificada por el resto con tal adjetivo, no tiene porqué ser noble. Además de que muchas veces, las más terribles se esconden tras unos rostros agradables. Irónico pero verídico. Qué mal encaminada está la sociedad. Poco a poco observo que se va perdiendo el impulso y las ganas de comportarse a lo loco, sin dar importancia a lo que pasará después, las consecuencias y el qué dirán. Totalmente volcados en causa y efecto, estímulo y respuesta. No hablo de actuar sin reflexionar, más bien de vivir, sentir y no únicamente pensar.
¿Y qué pasa si soy diferente cada día? ¿Es que no se puede respetar y aceptar mi personalidad como las demás? Creo que es más importante que tenga mis valores y principios firmes allá donde vaya. Parece que no, por el mero hecho de ser así y no tener necesidad ni porqué de cambiarlo. Mi humor y estado de ánimo es constantemente variable, en continuo cambio. Y qué culpa tengo yo de ser cómo soy... Da igual, eso no importa, por lo visto me seguirán juzgando por cómo voy vestida y no preguntándome por mi ideología.
Sandra P.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar