¡Sean bienvenidos!

Únicamente soy una más de esas personas locas a las que les gusta vivir la vida y disfrutar cada momento, exprimiéndolos al máximo. Un bicho raro, vamos. Me he creado este pequeño espacio para compartir con aquellos que estén interesados como yo, en campos tal que la literatura, la fotografía o la música. Aquí me permito escribir todo lo que pienso, deseo y admiro.
Espero que les guste, saludos.

Sandra P.

16 de octubre de 2010

Abrázame como si no hubiera un mañana



La piel se eriza, se encrispa, un escalofrío recorre tu cuerpo de pies a cabeza... de nuevo él, una vez más, llegó inesperadamente en uno de esos ataques de hambre voraz, su corazón se inquieta al mismo tiempo que tus sentidos se sintonizan y tranquilizan, se relajan, como si hubiera llegado el momento de sumerjirse en un mar de cariño... Sentir cómo sus brazos se avalanchan sobre ti. Sus brazos... Los sientes, los reconoces sin duda, lo haces sin necesidad de mirarlos, no existen otros iguales, grandes, fuertes, cálidos, protectores; te envuelven, te abrigan, te cuidan, te reflejan amor con intensidad, te miman, te quieren. En ese preciso y adorable instante el resto del mundo desaparece, sencillamente no existe, se vuelve insignificante, absolutamente segura de que ése es tu sitio, que estás completamente a salvo; dejas de pensar en el resto, pero sin mantener tampoco la mente en blanco; pues, él te retiene más que la gravedad a la Tierra. Sería inútil oponer resistencia a lo que necesitas. Cierras los ojos. Él. Tú no puedes sino dejarte llevar, ansiosa de su piel, ávida de sus besos, laberinto de eterna pasión. Sólo hay sitio para dos, es la hora de que hablen las caricias, llegó el momento del idioma de los ojos. Capaz de hacer que no tengas miedo, olvidar dónde estás, qué hora es, qué día es hoy, pero nunca quién eres.
Sandra P.

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